Tras Islandia y Reino Unido, Portugal se ha animado a probar la jornada de cuatro días. El país ibérico comenzará con un proyecto piloto en el sector privado y luego se extenderá a las administraciones públicas.

En concreto, arrancarán el proyecto todas aquellas empresas que quieran apuntarse. Participar es voluntario, ya que el Gobierno no ofrece ninguna compensación económica ni subvención. Desde la patronal creen que hay empresas relacionadas con la "tecnología, cultura, creatividad, publicidad" que podrían probar la jornada, pero que sería muy complicado en otras como las de atención al cliente.

La línea roja para sindicatos era que no se cobrara menos. Y así será: no habrá rebaja salarial a pesar de trabajar un día menos. Trabajarán 4 días, pero el salario a percibir será el mismo que cuando lo hacían cinco.

Si bien es cierto que en algunas empresas se trabajará más horas en cada día. Será un acuerdo entre empresarios y trabajadores. Por el momento, no se ha estipulado un número de horas concretas: la jornada semanal podrá ser de 32, 34 o 36 horas.

En el sector privado la prueba piloto empezará en junio de 2023 y durará seis meses. Las empresas que quieran hacerlo tienen hasta enero para apuntarse. Luego, en una segunda fase, le tocará el turno al sector público, en las administraciones está previsto que se ponga en marcha en 2024. Además, habrá una tercera ronda para comparar empresas con la jornada de cuatro días con otras que hayan mantenido el calendario de lunes a viernes. En total, 60 compañías elegidas de forma aleatoria por la Administración que sí recibirán subvenciones de dinero público.

La Patronal portuguesa no ha acogido la noticia con buenos ojos. El sector privado ya ha manifestado su descontento y dice sentirse incómodo e inseguro con la propuesta tras haber perdido impulso con la pandemia. Por este motivo, y en plena crisis energética, consideran que no es el momento de discutir la semana laboral de cuatro días.

De momento, la experiencia en Islandia y en Reino Unido es positiva. Ambos países corroboran que no se ha perdido productividad. De hecho, en el caso de Islandia se concluyó que los casos de agotamiento y las bajas por enfermedad después de poner este tipo de jornada cayeron en picado. La productividad, lejos de caer, aumentó. Algo que también ha sucedido en muchas empresas del Reino Unido, donde el 50% de las empresas asegura que su productividad ha aumentado.