El ataque terrorista resonó con una brutalidad sin precedentes, marcando un antes y un después en la estrategia del Kremlin. En respuesta, Vladimir Putin no dudó en recurrir a quienes una vez fueron considerados adversarios de Moscú. La misión de capturar a los perpetradores del salvaje acto fue asignada al Regimiento Akhmat, un grupo paramilitar checheno conocido por su ferocidad y eficacia. En un lapso asombrosamente corto de 14 horas, lograron su objetivo bajo condiciones extremas, evidenciando su inquebrantable compromiso y capacidad.

Fundado por Akhmat Kadirov, el Regimiento Akhmat hereda el nombre y el legado del expresidente checheno, asesinado en 2004. Compuesto por entre 3.000 y 5.000 miembros, estas unidades especiales son la culminación del esfuerzo de Kadirov por defender la República de Chechenia. Conocidos por su brutalidad, estos "soldados de Kadirov" han jugado un papel fundamental en el conflicto ucraniano, demostrando la influencia y el poder que ejercen más allá de las fronteras de Chechenia.

Inicialmente, en los albores de la guerra en Ucrania, el Regimiento Akhmat tuvo la misión crítica de eliminar al presidente Volodimir Zelenski. Sin embargo, su relevancia pareció disminuir tras los primeros meses de la invasión, funcionando en los márgenes del ejército ruso y manteniendo una relación compleja con el Kremlin. Esta dinámica cambió drásticamente en junio pasado, cuando se les ordenó integrarse formalmente al ejército ruso, marcando un nuevo capítulo en su historia de lealtad y servicio.

Al frente del regimiento se encuentra Ramzán Kadírov, hijo del fundador y actual presidente de la República de Chechenia. Desde su ascenso al poder en 2007, Kadírov ha sido un aliado inquebrantable de Putin, ocupando actualmente el tercer rango más alto dentro de las fuerzas armadas rusas. Su liderazgo audaz y controvertido, caracterizado por propuestas radicales y una lealtad férrea.