Hace 45 años, España se embarcó en un viaje democrático trascendental con las elecciones generales del 1 de marzo de 1979, las primeras celebradas bajo el amparo de la recién aprobada Constitución de 1978. Este día especial no solo simbolizó un cambio en el sistema político español, sino que también evidenció la expectativa y el compromiso cívico del electorado. Sin embargo, el desenlace de esta jornada electoral mantuvo en vilo a la nación hasta la mañana siguiente, revelando la victoria de Adolfo Suárez sin la necesidad de spoilers.

En un ambiente de anticipación y con la democracia aún en pañales, los ciudadanos españoles demostraron su fervor por participar en este proceso electoral histórico. La jornada estuvo marcada por anécdotas que reflejaban la diversidad del electorado y la novedad del proceso, como la de Lorenza Ronchas, una centenaria que deseaba votar por el rey, o el gesto de Manuel Fraga, permitiendo que una monja votara antes que él. Estos momentos capturaron la esencia de una sociedad que aún estaba aprendiendo a navegar por las aguas de la democracia.

A medida que las urnas cerraban y la noche se extendía, el país aguardaba ansiosamente los resultados. La participación alcanzó un notable 68% del electorado, un testimonio del deseo colectivo de forjar un futuro democrático. Los primeros indicadores de la victoria de la Unión de Centro Democrático (UCD) emergieron en la madrugada, aunque no fueron recibidos con entusiasmo en todas las esferas políticas, especialmente en la sede socialista, donde la confianza en la tecnología era escasa.

Finalmente, el amanecer trajo claridad a España con la confirmación oficial de los resultados: 168 escaños para UCD, liderada por Suárez, y 121 para el PSOE de Felipe González, con el Partido Comunista en tercer lugar y la extrema derecha de Blas Piñar, haciendo su entrada en el Parlamento.