Para evitar comentarios racistas, La Liga puso en marcha un protocolo contra el racismo. El protocolo contra el racismo en el fútbol se puso en marcha en 2017 y lo creó la FIFA, que es el máximo organismo internacional del fútbol. Por tanto, aplica a todas las federaciones asociadas, es decir, al mundo entero del fútbol y por supuesto también a España.

Este protocolo solo puede aplicarlo el árbitro según su criterio. La Liga en este caso no tiene ninguna competencia. ¿En qué consiste el protocolo? Ante cualquier insulto racista, el árbitro tiene que interrumpir el partido y pedir por megafonía que cesen los insultos. Si los insultos persisten, se vuelve a parar el partido, los jugadores son enviados a vestuarios y se lanza una última advertencia por megafonía. Por último, si los hechos se repiten, el árbitro suspenderá definitivamente el partido previa consulta con los equipos.

En el partido del Real Madrid contra el Valencia eso no ocurrió. En el minuto 73, el árbitro, De Brugos Bengoetxea paró el partido en el momento que a Vinicius le llaman mono de mierda desde la grada. El árbitro activa el protocolo contra el racismo y para el partido durante casi 9 minutos. Durante ese tiempo se pide por megafonía que paren los insultos.

Pero los insultos no paran. Es más, tras la expulsión de Vinicius ya en el minuto 90, desde la grada volvieron a escucharse gritos racistas. El protocolo es claro, si los insultos persisten, los jugadores tienen que ser enviados a vestuarios, pero eso no sucedió y según el Real Madrid considera que el protocolo estuvo mal manejado por el árbitro De Burgos Bengoetxea.

En España solo ha llegado a suspenderse un partido por insultos: el caso Zozulya. Un caso que generó bastante polémica. Zozulya es un jugador ucraniano que en su día fichó el Rayo Vallecano pero que no llegó ni a debutar ya que fue vinculado con grupos neonazis. Ya como jugador del Albacete, volvió a Vallecas para enfrentarse al Rayo y hasta dos veces el árbitro paró el partido ante los gritos de "puto nazi". En ese caso también se avisó por megafonía, pero tras el descanso, los jugadores del Albacete, decidieron no volver a saltar al campo. Fue entonces cuando el árbitro, en consenso con ambos equipos, tomó la decisión de suspender el partido.