El caos desatado en la calle Ferraz ha dejado a los comerciantes locales con un sabor amargo. Bares despojados de su vajilla para ser arrojada como proyectiles, establecimientos que optaron por cerrar sus puertas ante la ola de violencia, estancos y kioskos con daños considerables. Estos son solo algunos de los estragos causados por los manifestantes. La factura para estos negocios aún se calcula, pero se espera que el coste supere con creces los 2.000 euros mencionados por el alcalde, José Luis Martínez-Almeida.

Los vehículos también se vieron afectados por la protesta. Patinetes utilizados como barricadas y motocicletas quemadas en las cercanías son muestras palpables de la magnitud de los destrozos. Los dueños de estos vehículos se enfrentan a costosas reparaciones o a la pérdida total de sus medios de transporte. Además, el trabajo de limpieza y restauración de las fachadas comerciales manchadas por pintadas se suma a la factura de esta jornada de disturbios.

A pesar de que los daños materiales son evidentes, el Ayuntamiento parece minimizar la magnitud de la situación. En su cifra, el alcalde parece excluir la limpieza posterior, los gastos en seguridad y, sobre todo, los daños en el sector privado. Los ciudadanos exigen una evaluación más realista y exhaustiva de los costes involucrados en este episodio de protestas, que va más allá de lo que reflejan los números oficiales.

El balance final de los destrozos en la calle Ferraz está aún por determinarse, pero la comunidad local no olvidará fácilmente los estragos causados por las protestas. Más allá de los contenedores quemados y los cubos de basura destrozados, queda el recuerdo de una jornada de caos que dejó a su paso una estela de comercios afectados y ciudadanos consternados.