Enfrentarse a Putin en Rusia no es fácil. El presidente de la petrolera Lukoil, el oligarca Vaguit Alekpérov, ha dimitido. Según ha afirmado, lo ha hecho para "proteger las operaciones de la empresa", pero lo cierto es que esta compañía rusa ya había hecho numerosas críticas a la invasión de Ucrania.
La renuncia llega tras un comunicado tan solo una semana después de los primeros bombardeos en el que la petrolera pedía el cese de la invasión y se compadecía de las víctimas. Aquel 24 de febrero, tras reunirse con Putin y escuchar sus razones para iniciar la guerra, Alekpérov tomó precauciones y retiró su yate, el Galáctica Super Nova, del puerto de Barcelona. Desde entonces, está fondeado en Montenegro.
Hace una semana, su nombre apareció en la lista de sancionados por la Unión Europea y Reino Unido por, hasta ahora, mantener una relación de "amistad" con Putin. Sin embargo, las acciones de la compañía han perdido un 28% de su valor desde la invasión. Sus principales clientes han suspendido las importaciones y en Italia y EEUU han boicoteado sus gasolineras.
Propietario del Spartak de Moscú, Alekpérov es la cuarta mayor fortuna del país, según la lista Forbes, con casi 25.000 millones de dólares, a pesar de que el día que comenzó la guerra su fortuna menguó un 17% a la consecuencia del castigo bursátil a las empresas rusas y el aislamiento por las sanciones. Tras una semana de guerra, ya había perdido más de la mitad de su fortuna.
Su vida ha estado siempre ligada al oro negro. De hecho, nació en Bakú, uno de los enclaves petrolíferos más importantes del mundo en aquel momento, y se formó en la extracción de crudo en pleno mar Caspio junto a su padre.
Solo ejerció la política como viceministro de la Industria Petrolera en los últimos meses de vida de la Unión Soviética. Justo un mes antes de que desapareciera, fundó Lukoil, un emporio creado a partir de tres campos de petróleo que cayeron en sus manos cuando la URSS se disolvió.
A pesar de que ya no era el accionista mayoritario, sí era su presidente desde 1993 -tras ser privatizada- y el magnate millonario de la primera petrolera privada del país. Sus tentáculos causaron el recelo del Gobierno de España en 2008, cuando la petrolera rusa intentó comprar un 20% de la española Repsol, aprovechando la debilidad de la constructora Sacyr, ahogada por su deuda. Para ello, el magnate echó mano de dos intermediarios: Corinna Larsen y Sanginés-Krause. La operación se frustró.
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El logo de la petrolera aún puede divisarse desde el aire en el Puerto de Barcelona, su último gran negocio en España. Una terminal -a medias con la catalana MEROIL- con 360.000 metros cúbicos de capacidad. El propio Alekpérov la inauguró junto al entonces president, Artur Más, en 2012. Hoy, retirado su yate, apenas queda un 5% del petróleo de Lukoil en los tanques de la capital catalana.
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