En 1978, María Jiménez lanzó "Se acabó", un himno contra la violencia machista, sin imaginar que décadas después, su mensaje resonaría con fuerza en un contexto muy distinto. A escasas semanas de su fallecimiento en 2023, su obra se transformó en un estandarte de la lucha por el consentimiento y contra la agresión sexual, reflejando cómo el activismo y la conciencia social pueden trascender el tiempo y adaptarse a los nuevos desafíos.

El episodio que revivió el clamor por el respeto y la dignidad comenzó con el incidente protagonizado por Luis Rubiales, cuyo beso no consentido a Jenni Hermoso durante la final del mundial de fútbol femenino desató una oleada de indignación. Este acto, minimizado inicialmente por Rubiales quien se negó a dimitir como presidente de la Real Federación Española de Fútbol, se convirtió en un símbolo del rechazo a la trivialización de conductas inapropiadas y marcó un antes y un después en la percepción pública sobre el consentimiento.

La repercusión de este caso no se limitó al ámbito deportivo, sino que inspiró a víctimas de otros sectores a alzar la voz. En el cine, el director Carlos Vermut fue acusado por seis mujeres de agresiones sexuales, a lo que él respondió alegando relaciones consentidas de índole ruda. Este caso subrayó la creciente impaciencia social ante las excusas y justificaciones para comportamientos abusivos, evidenciando un cambio de paradigma en la tolerancia hacia la violencia de género.

Finalmente, la sentencia del caso de Dani Alves, acusado de violar a una mujer en Barcelona, reiteró un mensaje crucial: ni insinuaciones, bailes, ni gestos pueden interpretarse como consentimiento. A pesar de los intentos por desacreditar a la víctima, acusándola de buscar fama o dinero, la justicia estableció un precedente claro en la defensa del consentimiento.