En un país donde votar se convierte en una tradición tan arraigada como el chocolate y los relojes, Suiza destaca por su práctica singular de la democracia directa. Con aproximadamente 700 referéndums desde su fundación como Estado confederal en 1848, los suizos han tenido la palabra final en asuntos que van desde el incremento de las pensiones hasta la definición de la edad de jubilación. Este último fin de semana, un 60% votó a favor de aumentar las pensiones, mientras un abrumador 74% se opuso a retrasar la edad de jubilación, demostrando la participación activa de la población en las decisiones que afectan su día a día.

La frecuencia con la que se convocan estas votaciones es asombrosa. Los ciudadanos de Zurich, por ejemplo, pueden llegar a votar hasta cuatro veces al año en unas 30 preguntas diferentes. Este fenómeno ha llevado a algunos a describir la situación en Suiza no solo como una fiesta de la democracia, sino como una auténtica 'rave' democrática. Esta práctica subraya el compromiso suizo con el principio de que todas las voces deben ser escuchadas y consideradas en la gobernanza del país.

La diversidad de temas sometidos a referéndum refleja la amplia gama de preocupaciones y prioridades de los ciudadanos suizos. Desde el rechazo a limitar los sueldos de altos cargos y la imposición de impuestos a los ricos, hasta la aprobación del matrimonio homosexual y la inclusión de la bicicleta en la Constitución, pasando por decisiones sobre el pasaporte COVID y experimentos con animales. Estos resultados muestran un espectro de valores y decisiones que configuran el carácter único de la sociedad suiza.

Sin embargo, el sistema de referéndum suizo también presenta desafíos, especialmente cuando los resultados entran en conflicto con los tratados internacionales o los derechos humanos. La habilidad para someter a consulta pública medidas que podrían contravenir otras normativas pone a prueba la capacidad de los políticos suizos para elaborar leyes que armonicen estas diferencias. Este proceso de equilibrio entre la voluntad popular y el respeto a los compromisos internacionales y los derechos fundamentales es un testimonio de la complejidad y la riqueza de la democracia directa en Suiza.