Ricardo Moure explica en 'La Roca' que los dragones de Komodo están en constante lucha entre ellos y se atacan, por lo que han evolucionado para tener en la piel cientos de miles de pequeños huesecitos que se entrelazan entre ellos y forman una cota de malla "como la de los caballeros medievales", dice, excepto en el cogote.

En esta zona, indica Moure, es donde tienen el tercer ojo u ojo parietal, que tienen todos los reptiles y que no es como los demás, pues está cubierto de piel. Por eso, no puede ver como nuestros ojos, pero "es capaz de notar luces y sombras", apunta, y cuenta que esta es la razón por la que es tan difícil cazar una lagartija.

El científico comenta que los humanos descendemos de reptiles que tenían ese tercer ojo pero, en nuestro caso, está cubierto de la corteza cerebral y lo conocemos como glándula pineal, que es la encargada de "ajustar nuestro reloj biológico", destaca. Así que "de alguna forma, seguimos teniéndolo, pero ahí dentro", declara.