Magullado y flotando sobre el agua, el 30 de abril de 2008, en una piscina de una finca de Alhaurín de la Torre, Málaga, aparece el cuerpo de Lucía Garrido, de 35 años,en trámites de separación y con una niña de 12 años.

De inmediato, Manuel Alonso, su exmarido, se convierte en el principal sospechoso: tenía una amante y sobre todo temía perder su finca durante la separación porque el lugar del crimen era la sede de los sospechosos negocios que llevaba a cabo junto a varios agentes de la Guardia Civil de Málaga.

Una estrecha relación que, en vida, le complicó a Lucía denunciar a su marido por malos tratos. Aún así, lo hizo en más de siete ocasiones, pero tal y como afirma su hermana, Rosa María Garrido, "las denuncias no llegaban a puerto".

Una muerte violenta para la que Manuel tenía una coartada: ese día viajó a Cádiz, como demuestran algunas imágenes de la cámara de seguridad de una gasolinera y todos los tickets que guardó.

Datos muy detallados que convencieron al juez, por lo que el caso quedaba archivado tan solo un año después del crimen. Hasta cinco años después, Manuel Alonso no volvía a declarar; era 2013, pero no es hasta 2016 cuando una prueba de ADN implica a Ángel Vaillo, un delincuente conocido como 'El Rana', con antecedentes y al que consideraron el autor material del crimen.

Junto a él, está en prisión un exagente de la Guardia Civil, Amador Duque, acusado de ser el autor intelectual. Así, con ambos en prisión, el asesinato de Lucía pasaba a ser un ajuste de cuentas donde los datos parecen seguir sin encajar.

Carácter conflictivo, de sangre fría y camarada de narcos y agentes casi indistintamente: así es Manuel Alonso, el marido de Lucía Garrido, con una trayectoria penal amplísima: está involucrado en delitos de sangre y de drogas que, sorprendentemente no le han llevado a la cárcel.

Su finca, 'Los Naranjos', en Alhaurín de la Torre, es la sede de un negocio irregular de compraventa de animales exóticos. Hasta allí llegaban para su reventa los ejemplares decomisados por la Guardia Civil. Un negocio lucrativo con varios agentes implicados. Pero Manuel se salva porque, cuando finalmente llega a la Fiscalía, sus delitos habían prescrito.

No le pasó igual con el narcotráfico. En 2016, es inculpado por una red de tráfico de drogas, junto a su colaborador: el jefe del Grupo Antidroga de la Guardia Civil de Málaga. Casualmente, fue además uno de los guardias civiles que declaró sobre la muerte de Lucía, logrando que se archivase.

Además, un año después de la muerte de Lucía, Manuel Alonso abate a tiros a dos hombres de nacionalidad colombiana.