Antes de la muerte del empresario Juan Miguel Isla, a uno de los sospechosos de su desaparición previa, Antonio Caba, parece irle todo bien. Conduce coches caros y es frecuente verle cerrando negocios centrados en la compraventa de tierras en los mejores restaurantes y clubes de Manzanares. Por eso, cuando a Caba comienzan a irle mal los negocios solo sus íntimos amigos lo saben. "Yo sé que le habían cortado el agua, la luz, no tenía para comer. Le pidió a su padre más de 40.000 euros porque tenía problemas y lo dejó sin ahorros", dice su entorno cercano.
"Antonio ha tenido un problema de dinero con las empresas donde se ha metido", añade ese mismo círculo. La realidad, según indica Patricia Ortega, periodista de El País, es que "pronunciar el nombre de Antonio Caba en Manzanares se ha vuelto espinoso". La razón: "A este corredor de fincas le persigue una estela de estafas, engaños y muerte. La sensación es que va generando una especie de estafa piramidal para cubrir pufos. Creo que seleccionaba muy bien a sus potenciales víctimas".
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