No todos los expoliadores se esconden. Algunos muestran con impunidad la procedencia de sus tesoros. Nos hacemos pasar por coleccionistas y contactamos con un vendedor, quien nos cita en una localidad cercana a la ciudad de Cádiz. Le vemos llegar nervioso. Y es que sabe que la venta que está a punto de realizar podría llevarle a la cárcel.

Así reacciona al comprobar que somos periodistas: "Ya sabía yo que había algo raro... no quiero problemas; he estado en la cárcel y llevo dos años limpio de todo; es una cosa que hago para vender".