Jesús Gil tenía una personalidad explosiva. Mientras su hijo arreglaba los problemas hablando tranquilamente, él no dudaba en usar la fuerza física y verbal para arremeter contra sus enemigos.

Su puñetazo a Caneda quedó como uno de sus peores momentos, muy lejos de lo que vivió en 1996. Ese fue su mejor año. El Atlético de Madrid ganó el doblete, él fue reelegido como alcalde de Marbella y su primogénito, de Estepona.

Subido en una carroza, Gil se exhibe ante los aficionados del Atlético de Madrid, entregados a la causa. Abraza a los niños, habla con 'Imperioso', su famoso caballo... Pero pronto se torcieron las cosas para los Gil.

El presidente pierde los nervios de manera notable con los periodistas. Es el año 1999, el año en el que nada volverá a ser como antes para la familia Gil Marín. Primero, por el 'caso Camisetas', en el que padre e hijo fueron condenados por malversación de fondos.

La noche en la que entra en prisión, a Gil también le persiguen las cámaras. Al cuarto día, le pusieron en libertad por problemas de salud. De nuevo, dieron la cara ante los medios de comunicación por el famoso 'caso Atlético'.

Es una imagen muy distinta a la que solía mostrar ante los medios cuando las cosas iban bien, llegando a mostrar su casa sin ningún tipo de pudor.