En uno de los barrios con mayor renta per cápita de España, en La Moraleja, localizamos a uno de los exorcistas. Es doctor en Filología Hispánica. Uno de los elegidos para combatir al maligno. No quiere hablar, como tampoco lo hacen el resto de nuevos exorcistas nombrados en Madrid. Sus fieles tampoco parecen conocer su nueva misión.
Nos remiten al lugar donde se diseña la estrategia contra el maligno. El epicentro del catolicismo en Madrid. Pero nos niegan cualquier entrevista.
Sobre la necesidad de nombrar a ocho exorcistas, sólo habla Rouco Varela, cardenal arzobispo de Madrid.
"No hay que olvidar que la narración en los evangelios de curación de poseídos por el demonio son muchísimas, muchísimas. Tristemente, casos que están más allá de la psiquiatría. Y se da con una frecuencia llamativa. Hay que tener en cuenta que la de Madrid es una diócesis grande, de más de tres millones de habitantes. Su organización interna es la de vicarías episcopales, territoriales", explica.
Otro punto de vista lo da el teólogo y periodista, José Manuel Vidal. "Rouco está convencido de que Madrid es una ciudad del pecado y así lo ha dicho en varias ocasiones, es una ciudad enorme es una especie de Babel, la mentalidad de algunos eclesiásticos a veces es de Gomorra y Sodoma donde hay todo tipo de mal y quizás poco bien, desde esa mentalidad lógicamente son necesarios 8 u 80."
Para poder hablar con un exorcista tenemos que viajar a la segunda ciudad española en número de habitantes, Barcelona. Es el único exorcista autorizado por el obispo en toda Cataluña.
"Desde que estoy jubilado de la facultad de teología, recibo de lunes a viernes 4 o 5 por la mañana y dos o tres por la tarde, o sea, seis o siete", explica el sacerdote sobre sus 'pacientes'.
Tiene una licencia de tres años para realizar exorcismos. Un permiso que se va renovando cuando vence. Explica que realiza los exorcismos en la misma sala o en la capilla, cuando la persona que requiere el exorcismo realiza "grandes movimientos".
El padre Gallego es contrario a atarlos. "No los atamos. Yo no los he atado nunca, pero hay exorcistas que sí que los atan", dice.
También sentencia que son más mujeres que hombres, las que requieren sus servicios. "Incluso he tenido algún niño que no conseguimos hacer el exorcismo. Su madre dice que lo había visto levitar en la cama". Reconoce que él no ha visto levitar pero sí "había personas que pegaban saltos de dos y tres metros".
Asegura haber tratado alrededor de 300 casos de influencia demoniaca. Dice estar desbordado por los que él llama "pacientes".
Nos gustaría comprobar la supuesta actividad demoniaca. Pero el sacerdote se niega. No contactar con los que considera endemoniados. Es la única condición que pone a su entrevista.
Hemeroteca de Equipo de Investigación
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