Descubrir el lugar dónde estuvo oculto el cuerpo de Déborah Fernández sería clave para la investigación. José Luis Miguel, forense, explica que "en la parte externa de la pierna izquierda, en la zona de la rodilla tenía unas marcas pálidas con forma de gancho que podría ser una percha".
Además, el cadáver también presentaba "en la zona axilar una zona pálida, y también en la cara interna de las dos piernas dos bandas de un centímetro de ancho pálidas". La conclusión es que "después del fallecimiento, la víctima estuvo con ropa puesta que comprimía esas zonas".
Con estos datos, los forenses pueden hacer una aproximación de donde pudo estar el cadáver: "cabría la posibilidad de un armario, un arcón, un maletero…".
El día de su desaparición, y según ha contado la empleada del hogar a Equipo de Investigación, Déborah come en casa patatas rellenas de albóndigas, arroz blanco y zumo de naranja, algo que no corresponde con la autopsia: "Su estómago tenía ácido sálico y orientaron a que la víctima podía haber ingerido algún tipo de verdura, como acelgas o espinacas".
La autopsia refleja cómo puso morir Déborah, pero no es nada clara: "Los médicos forenses dicen que caben las dos posibilidades de una muerte natural o una muerte violenta". Además en la escena del crimen apareció un preservativo usado y "se encontró ADN de un hombre y ADN de una mujer que no correspondía con el ADN de Déborah". Tenía semen en el interior de la vagina.
La muestra de ADN se convierte en la principal prueba para la Policía. Ángel Galán, el comisario que llevó el caso, explica que le tomaron muestras de ADN a todo su círculo cercano, y todo dio negativo: "Nos trajo por el camino de la amargura porque como no tenía ninguna señal violenta ni nada, no podía haber habido una violación".
La conclusión fue que el semen lo había "sido puesto artificialmente" pero los forenses lo descartaban, y tras dos años algunos "ginecólogos" confirmaron que podía ser cierto. El semen podía ser una pista falsa y desde ese momento la Policía volvió "a poner como posibles culpables a personas que durante los dos años habían estado como imposibles".
Por el caso han pasado seis grupos de investigación y se ha llegado a reactivar 15 veces, pero desde hace nueve años está archivado. Por eso la familia ha lanzado una campaña en redes sociales e intentar reabrir el caso. En la página, según cuenta la hermana de Déborah, ya están llegando pistas: como una información que apunta a que un taxista fue el último en verla con vida.
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