"Hacer un fast era una cirugía en la que se ponen cuatro implantes. Entraba el paciente por la mañana, a las 8 se le hacia la cirugía y durante todo el día se le iban haciendo unas pruebas en la prótesis hasta que al final del día, se le colocaba esa prótesis", así explica una trabajadora de las clínicas en qué consistía este tratamiento.

Hablamos con una paciente que pagó por hacérselo 3.700 euros, unas seis veces menos que en cualquier otro dentista. Su historia es impactante. Explica que en todo momento avisó que era diabética pero su azúcar llegó a estar a 720, lo que "es derivado de entrar en coma". Y añade: "Si me quedo tres horas más ahí, hubiera fallecido".

Sin embargo, antes de llegar a ese punto tuvo que soportar mucho sufrimiento. Le taparon los ojos y ella sólo oía voces mientras sentía como el taladro taladraba su hueso y se le caían las lágrimas "por el dolor". "Lo peor llegó cuando ya me habían quitado toda la boca, sentí el bisturí cómo me cortaba la encía entera", relata.