Los electrodomésticos obsoletos que logran esquivar los robos en los puntos limpios terminan en las plantas de reciclaje de equipos eléctricos y electrónicos. Allí se recepciona el material de uso doméstico y se realiza el proceso de reciclado. En España hay una veintena de centros como el que dirige José M. Ferreiro.

El primer paso, indica Ferreiro, es retirar el cable de cobre de los aparatos. A continuación, explica, "pasamos al proceso de triturado o fragmentanción de los mismos". "Lo que hacemos es romper de alguna manera los pequeños aparatos electrodomésticos para que nos permita separar los diferentes componentes", detalla.

Aluminio, cobre, hierro, plástico... materiales que se extraen de los aparatos viejos y que se convertirán en bicicletas, coches, enchufes o grifos. "Básicamente es el grueso de nuestro negocio. Nosotros vivimos de fraccionar los diferentes equipos y vender estas fracciones a gestores autorizados que evidentemente nos pagan por ello", explica el director de la planta. Así, un electrodoméstico roto sin valor alguno para el usuario, tiene un valor económico para las plantas de reciclaje.

"También obtenemos algún ingreso de los fabricantes que nos pagan por retirar componentes peligrosos de todos aquellos que lo llevan", explica Ferreiro. Y es que en estas plantas también se descontaminan televisores y pantallas de ordenador.

La ley obliga a que los electrodomésticos con componentes tóxicos sean aspirados y almacenados en depósitos de seguridad. "Básicamente lo que hacemos es separar el cono de la pantalla y aspirar el contenido peligroso", explica Ferreiro. Materiales como el fósforo -que logra que se produzca la imagen en ordenadores y televisores-, "un polvo altamente contaminante que puede perjudicar a la atmósfera".

Pero, además, los metales que manipulan pueden provocar graves problemas para los trabajadores, que tienen que portar máscaras, gafas, zapatos de seguridad y guantes. "Es el requisito y condición sine qua non para poder procesar todos los residuos", asevera José Ferreiro.

Un procedimiento lento, manual y muy delicado, por el que la Guardia Civil investiga a otras plantas de reciclaje, como puedes ver en este vídeo: