Los investigadores de la Costa del Sol descubren que los narcos comienzan a contratar a sicarios suecos que practican torturas atroces. Una de ellas es la de la sonrisa del payaso: "Con un cuchillo muy afilado empiezan a cortar cerca de la comisura de la boca y, asustándole, y con los gritos... el desgarro se va produciendo poco a poco".

Los autores son "suecos de segunda generación", es decir, son ciudadanos de origen magrebí que emigran a Suecia. Conocen el árabe, el idioma que manejan las mafias de hachís en el Estrecho de Gibraltar.

Son los elegidos, pero no de manera aleatoria: su pasaporte europeo les permite entrar en España sin levantar sospechas, y por eso proliferan frente a sicarios colombianos o mexicanos.

Por eso la policía vigila los vuelos que llegan del norte de Europa, han desarticulado varias bandas de sicarios y sospechan que el asesino de 'Maradona' huyó para luego regresar entre los 67.000 suecos visitantes de la Costa del Sol.

Vienen huyendo de Suecia porque están en el punto de mira de la Policía. Todos trabajan para el mejor postor y, en concreto, la organización que asesinó a Maradona cobraba entre 50.000 y 100.000 por asesinato. Amir Mekki, su supuesto líder, tan solo tiene 20 años, y la Policía le sigue de cerca la pista.