En el momento de su muerte, Lucía Garrido tiene 35 años y hace dos que se ha separado de Manuel Alonso, el padre de su única hija, de 12 años. El matrimonio vive en Alhaurín de la Torre. Cuando se separa, una sentencia concede a Lucía el usufructo de la casa, donde vive con su hija, pero Manuel sigue acudiendo a diario a la finca porque tiene allí su negocio, un centro de acogida de animales incautados por la Guardia Civil.

Tras la muerte de su madre, la pequeña afirmó ante la Audiencia Nacional que escuchó cómo su padre le decía a su madre que tenían que irse de la casa: "Le dijo que saldríamos por las buenas, por las malas o, si no, que ella saldría en una bolsa de basura…".

Unas amenazas por las que Lucía Garrido temía por su vida. Su heramana afirma que tenía miedo de la mataran: "No solo me lo dijo a mí, también se lo dijo a muchas amigas", explica la hermana, que recuerda que les pidió que si algo le pasaba mirasen "en la jaula de los leones, un resquicio quedará, un pelo, un diente, una uña, algo quedará". "Él se la quería quitar de en medio", sentencia la hermana.

Por su lado, una de sus amigas recuerda que Lucía les contaba que su exmarido la amenazaba y le decía que "saldría por los pies por delante". "Siempre nos decía, 'si a mí me pasa algo que investiguen, un accidente, o con el coche, o lo que sea, que investiguen, que no se quede ahí'", destaca la amiga. Pero, todas las denuncias de Lucía contra Manuel Alonso son archivadas.

La muerte de Lucía Garrido no fue la única

Lucía Garrido no fue la única en morir en la casa que tenía junto a su exmarido. Unos meses más tarde de su muerte, dos hombres fueron tiroteados por Manuel, quien afirma que fue en defensa propia, pero las pruebas le contradicen.

El crimen de Lucía Garrido, el paradigma de la corrupción policial

El exmarido de Lucía Garrido y el instructor de la investigación del crimen fueron detenidos juntos por una macrooperación contra el narcotráfico. Hablamos con este último mientras espera su ingreso en prisión.