Cuando aún no han encontrado a los autores del crimen de Lucía Garrido, en menos de un año, los agentes abren una nueva investigación en la misma finca, después de que un vecino llame a la Guardia Civil tras escuchar los disparos en el lugar.

Al llegar, los agentes encuentran evidencias de un tiroteo y a dos hombres encapuchados muertos en el jardín y, tras identificar los cadáveres, descubren que las víctimas son dos hombres de nacionalidad colombiana.

Manuel, que huye ensangrentado a casa de un vecino, declara que ha sido víctima de un robo y que, en defensa propia, ha disparado a los asaltantes. Pero las pruebas contradicen sus declaraciones. Manuel afirma que estaba solo en casa, cuando la escena, con total seguridad, refleja que estaba acompañado.

Otro detalle importante es que la noche de autos, la alarma estaba desconectada, pese a que Manuel declara que dos días anteriores le habían intentado robar, y esto es fundamental, no lo denunció, por lo que utiliza ese supuesto robo como excusa perfecta para tener repartidas varias armas a lo largo de la casa.

Por su parte, los investigadores pinchan el teléfono de Manuel Alonso y descubren que dos meses antes del asesinato de los colombianos habla con un armero cuyo taller está a 15 kilómetros de la finca. Pero, finalmente, los investigadores nunca llegan a esclarecer la procedencia del arma que aparece al lado del cadáver de uno de los colombianos Manuel Alonso alega legítima defensa y el caso se archiva.

"Si me pasa algo, que miren en la jaula de los leones"

"Nos contaba que la amenazaba, que saldría por los pies por delante, siempre nos decía que si le pasaba algo lo investigaran, que no se quedara ahí", explica una de las amigas de Lucía Garrido.

El crimen de Lucía Garrido, el paradigma de la corrupción policial

El exmarido de Lucía Garrido y el instructor de la investigación del crimen fueron detenidos juntos por una macrooperación contra el narcotráfico. Hablamos con este último mientras espera su ingreso en prisión.