La Ciudad de las Artes y las Ciencias es el enclave más fotografiado de Valencia, y el sexto de España. Recibe más de dos millones y medio de visitantes al año. Calatrava presentó este proyecto hace un cuarto de siglo. El Gobierno socialista de entonces lo pone en marcha con solo tres edificios. El expresident de la Generalitat Valenciana Joan Lerma cuenta a Equipo de Investigación que el presupuesto "en ningún caso superaría los 25.000-30.000 millones de pesetas".

Son unos 180 millones de euros, mucho menos de lo que acabó costando. Cuatro años después, Eduardo Zaplana y Ritá Barberá inauguran el primer edificio: un enorme planetario. El nuevo gobierno acabará ampliando el proyecto. Y suman cinco construcciones más: de los 35.000 metros iniciales, el proyecto pasa a 350.000. Estos son los precios iniciales de cada edificio, y lo que acabaron costando.

El Palau pasó de los 96 millones presupuestados inicialmente a 434 millones de euros; el Hemisfèric, de 20,7 millones a 30 millones; el Museo de las Ciencias, de 70 a 174 millones; el Umbracle, de 20 millones a 32; el puente, de 26,7 millones a 62,5; y el Ágora, de 47,5 millones a 93 millones. "Se pagaron a las empresas constructoras 807 millones de euros, un sobrecoste del 285%", ha afirmado Ignacio Blanco, exdiputado en las Cortes Valencianas.

La felicidad por la inauguración de la Ciudad de las Artes y las Ciencias dura relativamente poco. En 2008, estalla la mayor crisis financiera mundial. Con el macroproyecto acabado, se inauguran nuevos problemas para Santiago Calatrava. "Empezamos a averiguar todo lo que había detrás: los defectos de construcción, todos los sobrecostes, todo lo que, digamos, ha cargado a las arcas públicas y que ahora tenemos que pagar", ha denunciado en Equipo de Investigación Mónica Oltra, vicepresidenta de la Generalitat Valenciana.

La dirigente valenciana ha acompañado al programa en su visita al recinto, desbordado por los desperfectos con el paso del tiempo. En 2007, unas lluvias torrenciales inundan pasillos, escaleras, sótanos y varias salas de la Ópera. Los daños superan los 17 millones. En 2014, el mosaico del Palau empieza a caerse.

Además, las escaleras de evacuación del Museo de Ciencias, espacio donde se han registrado humedades, se añadieron tiempo después de su construcción como "un parche". Finalmente, jamás se llegó a instalar el mecanismo de apertura y cierre del Ágora. "Yo creo que es el monumento a la chapuza, a la indolencia, y a lo que representa un mal gobierno, porque un gobierno no debe tolerar esto", ha concluido Mónica Oltra a este respecto.