Equipo de Investigación habla con un ciclista que va todos los días en bicicleta al trabajo en Madrid. Un reportero le propone un experimento: que utilice una mascarilla durante una semana mientras se mueve en bicicleta y después la entregue para analizar en un laboratorio qué componentes hay en el filtro para saber lo que se respira en Madrid.
Durante una semana, el ciclista al que le hemos dado una mascarilla recorre más de 100 kilómetros respirando el tráfico de la capital. Tras pasar siete días, le entregamos la mascarilla a Ricardo Díaz, un químico que la analiza en el laboratorio. Lo primero que hace es pesarla. "Pesa 4,39 gramos, el limpio pesa 3,24, lo que quiere decir que se ha retenido un gramo de partículas en suspensión".
Díaz indica que "hay estudios que indican que pasear por Madrid una tarde es equivalente a fumarse cinco cigarrillos". Tras analizar los componentes, el químico explica los componentes que había en el filtro: "Hemos encontrado hidrocarburos que provienen fundamentalmente de mala combustión de los motores, y cantidades bastante notables de tolueno y xileno que son derivados aromáticos que ya están prohibidos en muchísimas aplicaciones industriales".
Sin embargo, esos son solo los componentes que ha retenido la mascarilla, pero "lo que ha respirado el ciclista es también otros componentes gaseosos que no puede retenerla", como "óxidos de nitrógeno y monóxidos de carbono que son muy tóxicos".
"Nos llaman mucho la atención los altos contenidos de plomo porque curiosamente se han retirado los plomos como aditivos en las gasolinas. Sin embargo, observamos que en la mascarilla se han retenido 0.05 microgramos por gramo de plomo en siete días. Eso nos hace entender que el ciclista podría haber absorbido 1.56 microgramos en todo el año", afirma Ricardo Díaz, añadiendo que "es casi el triple de lo que está autorizado como saludable".
Además, el químico ha encontrado "presencia de cadmio, de cromo, de cobre, de cinc y de antimonio que son, precisamente, metales que se emplean en la fabricación de las pastillas de freno y de los discos de freno", así como "arsénico, que suele estar en todo tipo de combustiones, sobre todo, de carbón, o de combustibles bastante pesados que es un tóxico muy potente y un cancerígeno muy fuerte".
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