Una de las especies invasoras más extendidas es el mejillón cebra. Procede del Mar Caspio y amenaza los sistemas de refrigeración de la central nuclear de Ascó, en Tarragona.

"Llevará unos 14 o 15 años, seguramente procedente de agua de lastre de algún barco que transportaba larvas y bueno pues se ha ido propagando desde el delta aguas arriba", declara uno de los vecinos.

El mejillón cebra tiene un impacto económico importante: daña las tuberías y tapona los riegos. La Confederación Hidrográfica del Ebro se gasta cada año dos millones de euros en acabar con ellos.

Pero, además, el mejillón cebra convive con una de las últimas especies exóticas que ha colonizado el Ebro: el cangrejo azul. Se trata de un depredador que devora marisco, almejas y berberechos; pero todavía no está incluido en el catálogo de especies invasoras.

Un pescador asegura que "llegó hace unos tres años", y que desde entonces ha sido "una castástrofe", pudiendo recoger hasta 60 toneladas en tan solo un año.

Los cangrejos azules destrozan las redes y acaban con la dorada, una de las especies autóctonas; pero los pescadores no quieren oír hablar de su prohibición: "Si pescando hay lo que hay y lo tenemos medio controlado, imagínate sino se pudiera pescar...sería catastrófico, un desastre", aseguraba un trabajador del gremio, que concluía: "Ha habido que reinventarse. Esta es nuestra casa y mandamos nosotros, y si hay que vivir del cangrejo, se vive".

Hasta 2.000 kilos de cangrejo azul que se pescan al día en las aguas del Ebro se exportan a Grecia e Italia. Su aspecto es el de un cangrejo autóctono, pero le sacan mucho más beneficio: lo comprar a menos de cuatro euros y lo venden por 17.

En los restaurantes hacen negocio con el cangrejo azul, mientras la especie potencialmente invasora ha colonizado 70 km del Ebro en el último año.