Equipo de Investigación entrevista a un comedor compulsivo de productos salados. Ha llegado a pasar hasta ocho horas comiendo productos salados sin interrupción. Prefiere no ser reconocido. "Una de mis compulsiones eran el pan con mayonesa y embutidos, y con eso podía estar horas comiendo (...) las patatas fritas con frutos secos y combinados", rememora.

"Yo no podía controlar cuándo comer y cuándo dejar de comer", insiste el hombre, que ha llegado a comer, según su testimonio, "alimentos congelados que se habían caído al suelo o que ya había tirado a la basura".

Para esta víctima, las circunstancias se asemejan a las de un adicto a las drogas: "Estás con el mono y es una obsesión, una droga, no piensas con normalidad". Sobre su físico, declara que ha sufrido obesidad mórbida de tipo dos y ha llegado a pesar más de 130 kilos.

"Ahora mismo soy enfermo renal crónico, aunque estoy trasplantado después de haber estado unos años en diálisis", indica al ser preguntado por las secuelas. "Estoy tomando actualmente 20 pastillas cada día; es lo que me mantiene vivo", recalca.