El lunes 23 de febrero de 1981 seis autobuses comprados por Antonio Tejero con el dinero de una herencia cobrada por su mujer, aparcan a las puertas del Congreso de los Diputados. Hasta 200 guardias civiles, la mayoría de la Agrupación de Tráfico, irrumpen en el Hemiciclo en plena investidura de Calvo Sotelo. Adolfo Suárez había dimitido tres semanas antes de la intentona golpista de Tejero.

José Bono, quien en ese momento es el cuarto secretario de la mesa del Congreso el 23F, lo vive todo desde primera fila. "Yo tuve mucho miedo", reconoce el expresidente del Congreso de los Diputados en Equipo de Investigación, a lo que añade que ese "miedo se vio se vio acrecentado cuando acabó el golpe de Estado".

En este sentido, Bono destaca un dato "que no se ha publicado hasta ahora, y es que había 12 fusiles con bayoneta calada que estaban arrinconados en un rincón de la salita anterior al Salón de Ministros del Congreso". "¿Para qué llevaron allí unos fusiles con bayoneta calada?", se pregunta.