Aunque el pádel está creciendo imparable en lugares como Dubai o España, hay un país donde las cuentas del pádel no salen. En Suecia, la pandemia hizo crecer tanto el número de pistas, que hay una por cada 3.000 ciudadanos. Hoy, su número se reduce día a día. Tras la pandemia, los suecos volvieron a practicar otros deportes.

En el vídeo sobre estas líneas, Equipo de Investigación visita un club, considerado uno de los mejores del mundo, propiedad de un español, Carlos Frechilla. "Me dedico al pádel de toda la vida y tuve suerte de que en 2016, que empezó a despuntar, dije 'oye, hay posibilidad de dedicarme otra vez a lo que es mi pasión", recuerda.

El club se abrió en 2020 con una inversión de 2 millones de euros. Transformó un antiguo almacén de kebabs turcos en el último grito en el pádel. Pistas de última generación y cortinas de cine para insonorizar la instalación. Explica que, durante la pandemia, "la demanda era muy elevada y se empezaron a abrir clubs por todos lados, sin pensar ni donde estaba, ni qué localización, ni qué proyecto iba a ir dentro".

Carlos llegó a facturar 10.000 euros cada día. Hoy, solo hay clientes en una de sus 22 pistas. Un fondo de inversión compró el club un año después de su apertura y acaba de ordenar su cierre. Frechilla señala que, como en su caso, los fondos de inversión llegaron a adquirir entre 300 y 400 clubes, hasta que "la burbuja pinchó y cerca de 500 millones de euros en pérdidas".

Sobre si esto podría ocurrir en España, Carlos se muestra rotundo: "En Alcobendas había un club de 35 pistas que tuvo seis bancarrotas, hasta que el dueño dijo 'oye, aquí no hay más pádel'. O sea que sí, puede pasar".