En 2003, el jeque dubaití Butti Bin Maktoum se fijó en Peguera, una aldea situada a 130 kilómetros de Barcelona, y a 50 de Francia y Andorra, y la compró por tres millones y medio de euros. Su idea era convertir el enclave natural en un resort de lujo no apto para todos los bolsillos, compuesto por más de 40 chalets, un hotel de 40 habitaciones, y un aparcamiento a la entrada del poblado. Sin embargo, su sueño se vio truncado.

Nueve años después de comprar el pueblo, la Generalitat solo da el visto bueno a la rehabilitación de las 30 casas y a la construcción de un hotel. Consultamos el registro de la propiedad y comprobamos que no aparece en ninguna parte el nombre del jeque, sino que la que aparece como propietaria es una empresa cuyo administrador único es el dueño del criadero de halcones donde el jeque adquirió sus animales.

Harald Kuspert, administrador de la empresa, indica a Equipo de Investigación que "en este país las cosas tardan tanto tiempo en decidirse que uno busca otras oportunidades". "Al final, lo ha dejado por aburrimiento", expresa Kuspert en referencia al jeque, al tiempo que afirma que "se ha desilusionado con el proyecto por el tiempo que se tardó".