Silvia Salas, una bailarina y actriz que se ha retirado de los focos en una aldea de Palencia, está dispuesta a ser la voz de Rafael Amargo en su peor momento. "Él ha dado mucho a gente que no lo merecía y luego él ha pagado las consecuencias", lamenta la mujer, quien destaca que el bailaor para ella es "lo más parecido a un hermano" que ha podido tener.

"Yo me tatué a Rafa Amargo hace siete años", señala Salas, quien destaca que "todos los cabecillas de bandas criminales están forrados y, además, no consumen". "Si Rafa es un enfermo, lo que necesita es que se le ayude, no que se le machaque de la manera que yo he visto que en muchos sitios se la ha machacado", manifiesta la bailarina.