Seguir el rastro de los relojes robados es difícil. Tampoco los futbolistas de élite, último objetivo de estas bandas, han conseguido recuperarlos. Los ladrones actúan por encargo, y antes de que amanezca, los relojes emprenden un largo viaje. Robar un reloj es más rentable, más rápido y menos arriesgado que asaltar un banco. Convertido en un tesoro que, puesto en la muñeca, cruza aduanas sin control de las autoridades. Así, miles de euros viajan en avión, a cualquier parte del mundo, en busca de su nuevo dueño.

Christopher Marinello, detective, lleva 30 años recuperando obras de Picasso, Matisse y Boticelli. Desde hace tres también busca relojes de lujo robados en cualquier punto del planeta. Es el detective especialista en arte más famoso del mundo, quien, por seguridad, nos recibe lejos de su oficina.

El hombre explica a Equipo de Investigación en qué consiste su trabajo y relata una "historia increíble": "Un señor de Singapur, la víctima, quería vender una colección de relojes de lujo; contacta con él un supuesto comprador, y le ofrece pagarle el vuelo y el hotel a Milán, pero finalmente le roba la colección entera de relojes".