Los estafadores hacen creer a Ángeles que cobrará la herencia de su novio fallecido, pero les vuelven a pedir más dinero. Ante la negativa de ayudarles de vecinos y de la oficina de Correos, recurren a un locutorio regentado por un ciudadano pakistaní.

Dilawar, propietario del local, ve como las hermanas van muy a menudo a su locutorio a enviar dinero, un locutorio que no va muy bien. Entonces, las hermanas le piden 30.000 euros que él les entrega a cambio de la promesa de recibir el doble más adelante. Como él no tenía el dinero, lo que hace es pedir dinero a la comunidad pakistaní, una práctica relativamente habitual allí llamada Hawala, en la que se prestan dinero con unos intereses muy elevados.

"Él estaba un poquito mal, había prestado una suma muy importante de dinero, no tenía trabajo y que inclusive al vecino de al lado me cuenta que viene y le pide para comer", cuenta una persona del pueblo que conocía a Dilawar.