Equipo de Investigación

De comprarlo por 3,5 millones de euros a ponerlo en venta por siete: el "enamoramiento" de un jeque con el pueblo de Peguera que acabó en nada

Un jeque miembro de la familia real de Dubai "se enamoró" de Peguera, un poblado en el Pirineo de Barcelona, y lo compró por tres millones y medios de euros. Su idea era convertir el pueblo en un resort de lujo, pero su sueño se truncó.

Butti Bin Maktoum, un jeque miembro de la familia real de Dubai, ha encargado a una conocida inmobiliaria que venda una de sus propiedades: Peguera, un poblado en el Pirineo de Barcelona de 1.800 hectáreas por siete millones de euros. En 2003, el jeque dubaití se fijó en la aldea, situada a 130 kilómetros de Barcelona y a 50 de Francia y Andorra. Así, decidió comprar el pueblo por tres millones y medio de euros.

"Él venía a comprar halcones y se enamoró del terreno que vio, del paisaje y de lo bonito, tranquilo y verde que era esto", expresa Josep Graus, el agente inmobiliario que medió entre los antiguos propietarios y el jeque, quien añade que solo vio a Butti Bin Maktoum. El jeque quería convertir el enclave natural en un gran proyecto turístico compuesto por más de 40 chalets, un hotel de 40 habitaciones, y un aparcamiento a la entrada del poblado.

De esta forma, su idea era convertir Peguera en un resort de lujo no apto para todos los bolsillos. Sin embargo, su sueño se vio truncado. Y es que nueve años después de comprar el pueblo, la Generalitat solo ha dado el visto bueno a la rehabilitación de las 30 casas y la construcción de un hotel.

Consultamos el registro de la propiedad y comprobamos que no aparece en ninguna parte el nombre del jeque, sino que la que aparece como propietaria es una empresa cuyo administrador único es el dueño del criadero de halcones donde el jeque adquirió sus animales. Harald Kuspert, administrador único de la empresa, explica a Equipo de Investigación por qué al final no se llevó a cabo el proyecto que el jeque tenía en mente: "Desde el inicio hasta dar el permiso pasaron más de cuatro años, y un inversor después de cuatro años y medio se cansa; en este país las cosas tardan tanto tiempo en decidirse que uno busca otras oportunidades.". " Al final, lo ha dejado por aburrimiento", expresa Kuspert, a lo que añade que el jeque "se ha desilusionado con el tiempo que se ha tardado".

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