Tras la liberación de Mari Àngels Feliu, se buscó el zulo donde la farmacéutica pasó 492 días en 1.500 casas y fábricas abandonadas, y se analizaron cientos de llamadas con posibles pistas. Sin embargo, cinco años después de la liberación, la investigación estaba en punto muerto, y el fiscal solicitó que el caso se archivase, justo en el momento en el que destinan a Olot a Jacinto Benavente, secretario judicial.

"Estaba en un bar la jueza Pilar Castillo, mi compañera y yo y decidimos llamar a la Guardia Civil para decidir si seguíamos con el caso o lo cerrábamos", recuerda Benavente. Precisamente, esta llamada a la Guardia Civil abrió una nueva línea de investigación, que apuntaba directamente al policía local Antonio Guirado. Uno de sus compañeros aseguró que le ofreció participar en el secuestro.

En este sentido, el exsecretario judicial señala que "antes del secuestro, tanto Antonio Guirado como Zambrano, dos policías locales, le solicitan a un tercer compañero, Rafael García Camargo, que les ayude. En un primer momento, García Camargo accede, pero luego se desvincula totalmente del caso y no quiere saber nada", indica Benavente, quien destaca que cuando citaron a Rafael al juzgado, este no solo "ratifica su versión, sino que se ofrece a colaborar en la investigación".

En se momento, "se pincha el teléfono y se hacen seguimientos" a Antonio Guirado. "Llega un momento también en el que una revista habla de que los secuestradores de Mari Àngels fueron dos policías locales, y esto pone nervioso" a Guirado. "Una noche en la que él entraba a trabajar, le llama el Jefe de la Policía Local a su despacho y le dice que le ve muy nervioso. Se produce una conversación de horas hasta que, finalmente, él decide que quiere hablar", señala Jacinto Benavente. De esta forma, Guirado cuenta a los agentes "dónde estaba el zulo". Se encontraba en el garaje de un chalet adosado, en un pueblo a 40 kilómetros de su casa.