Los más pequeños constituyen la otra cara de la violencia machista. Al iniciar este reportaje de El Objetivo, se pueden escuchar declaraciones de menores que fueron testigos del maltrato que sufrieron sus madres: "Pusieron unas bombonas en casa, rociaron todo con gasolina, esperaron a mi madre y la mataron" o "papá le cortó el cuello a mamá con un cuchillo".

Con el propósito de que el proceso judicial al que se tienen que someter los testigos menores no sea tan traumático, se han ideado las cámaras Gessel, a las que ha podido acceder El Objetivo. María Jesús Juárez, coordinadora de la oficina de asistencia a víctimas de delitos, explica en este reportaje que se trata de "una habitación para la toma de declaraciones compuesta por una sala de entrevista y una sala de observación".

La primera estancia presenta "un ambiente amigable" con plantas, juguetes y mesas y sillas pequeñas para que los niños puedan hablar con el psicólogo de una manera tranquila y cómoda. En esta habitación hay cámaras ocultas y un sistema de audio que conecta con la sala en la que se sitúan abogados, fiscal, juez e, incluso, supuesto agresor.

Este sistema está ideado para que, en ningún momento, el menor tenga "confrontación con el supuesto agresor" y evitar, así, que la declaración se vea influenciada. Además, según explica María Jesús Juárez, de esta manera "se evitan daños adicionales en los menores" porque el sistema de audio lo recoge todo y permite que no se tengan que repetir las declaraciones.