El primero de estos objetivos era crear empleo. Antes de la reforma laboral, octubre-diciembre 2011, había 5,3 millones de parados, un 23% y después de la reforma alcanzamos los 6,2 millones, según la EPA. “Si el objetivo era ese, ha fracasado abiertamente”, afirma Yolanda Valdeolivas.

“Lo que importa es la creación de empleo neto, las listas del paro a veces son ciegas o sordas y nos pueden confundir, pueden ofrecer un dato del paro interesado”, asegura Valdeolivas en relación al descenso de parados según el paro registrado del mes de junio.

“El que crezca el empleo en los meses de verano es algo permanente en nuestro mercado de trabajo, al mismo nivel y a proporción casi exacta con los que se destruyen a partir del otoño”, explica para incidir en la estacionalidad de los empleos creados en estas fechas.

Además de la creación de empleo hay otros dos objetivos que el ejecutivo repite para defender su reforma laboral, “vamos a ser más flexibles y más competitivos”. El Gobierno pone como ejemplo a Renault, el equipo de ‘El Objetivo’ comprueba en la automovilística qué significa competitividad y flexibilidad para el Gobierno.

Ana pregunta a Yolanda Valdeolivas si, como sucede en Renault, trabajar más y cobrar menos supone ser más competitivo y flexible. Valdeolivas habla de la flexibilidad interna -modificación de salarios, del tiempo de trabajo, etc-, que pasan por la idea de que se conserva el contrato de trabajo y de la flexibilidad se salida, que facilita la extinción de contratos.

“Si lo que queríamos era conservar esos contratos para no tener ese efecto de destrucción de empleo hubiéramos debido flexibilizar mucho la flexibilidad interna si reforzar la flexibilidad de salida”. En cambio, como explica la catedrática, la reforma laboral hace justo lo contrario.