Hasta Euskadi se ha desplazado Marc Campdelacreu para intentar contar lo que ha pasado con el cese de ETA en los dos últimos años, desde uno de los municipios donde la banda terrorista ha dejado más heridas abiertas.

En Errenteria han crecido importantes miembros de ETA, viven decenas de familiares de presos y cerca personas que se han sentido amenazadas o a las que han asesinado a un familiar. Tras décadas de mucho dolor y silencio, en Errenteria intentan empezar a pasar página.

José Manuel Herzog, concejal del PP en el municipio de Errenteria explica que había día que eso era “territorio comanche. Parecía zona de guerra”. Cuenta que la gente tenía miedo de decir lo que pensaba, de salir de sus casas. Pero desde que ETA comunicó su cese “todo el mundo tenía ganas de salir, de decir, de hablar, de comunicarse, de convivir…”

Maite Peña, concejal de PNV de Errenteria asegura que la lucha armada en el pueblo “ha hecho muchísimo daño y han sido muchísimos años de dolor y de sufrimiento”. Una lucha que “ha dejado unas consecuencias graves que hay que hacer frente”.

José Ángel Rodríguez, concejal del PSE del municipio explica que les han amenazado, les han coaccionado, “pero lo más triste y más duro ha sido ver como mis hijos han sido amenazados y se han tenido que ir a estudiar fuera”.

Julen Mendoza, alcalde de Bildu Errenteria cree que “nadie tiene que tener miedo a hacer una lectura crítica del pasado”.

En San Sebastián, Ramón Gómez Ugalde, portavoz del PP del municipio, ha pasado muchos años sin pisar la zona donde se encuentra paseando con el periodista. “Aproximadamente en 15 años no he podido volver a la parte vieja hasta hace unos meses. Ese es el significado de la derrota de ETA y de la conquista de la libertad”.

Denis Itxaso, concejal del PSE, asegura que el lugar donde están desde el punto de vista de la seguridad estaba “absolutamente contraindicado”.

En total hay 829 víctimas mortales de ETA. 343 civiles y 486 fuerzas de seguridad. Entre las víctimas, se encuentra el hermano de Jorge Mota, quien asegura que si se encontraran a los asesinos se “mordería la lengua. Son las cosas que tiene ser demócrata”.

Otra víctima fue el marido de Bárbara Dürhkop. La viuda está contenta con el cese pero le faltan dos pasos esenciales: “Disolverse, entregar las armas y pedir perdón”.

“El fin de ETA es irreversible. Se murió de vieja”, concluye Denis Itxaso.