El huracán llega a España en el año 2008, entrando por la costa oeste, desde Estados Unidos. El vendaval golpea a los bancos, y precipita el pinchazo de nuestra burbuja inmobiliaria.

Se destruyen más de 600.000 empleos, la mayoría de jóvenes que habían buscado fortuna en el ladrillo. El derrumbe de la construcción arrastra en pocos meses a parte de la industria.

En 2009, 'vuelan' más de 1.200.000 empleos, el consumo se ha hundido a marchas forzadas, y sin consumo, comerciantes, camareros o vendedores de pisos se quedan sin trabajo.

En 2010, la máquina de destruir empleo engulle a menos trabajadores, aunque sigue teniendo 'apetito' por el ladrillo.

De la mano de la prima de riesgo en 2011, comienza la segunda ola destructiva: 600.000 ocupados menos.

Así llegamos a 2012, donde estrenamos pronto nueva reforma laboral. Pero las cifras se agrandan: 850.000 empleos menos en un año. Ahora, al sector privado se suman médicos, profesores y demás trabajadores de lo público. Los recortes duelen.

El año 2013 empieza con más empleo destruido: 330.000 trabajadores menos, sólo hay 16,5 millones de españoles trabajando, casi cuatro millones menos que al principio del vendaval.