Alberto Sicilia lleva un año cubriendo la guerra en Ucrania. En realidad, llegó antes de la guerra y vivió allí los últimos días de paz. "Recuerdo un poco más tarde del 16 de febrero, ese último fin de semana que nadie sabía que era el último fin de semana", ha indicado el periodista.

Así, ha asegurado que las calles del centro de Kyiv estaban "llenas de restaurantes con amigos cenando, con novios paseando por la calle, con discotecas abiertas y grupos de amigos por la calle que no sabían que ese sería su último fin de semana porque pocos días después empezarían a caer las bombas".

Ucrania se convertiría pocos días después en un país muy diferente al que conocía el periodista: "La vez que vine justo antes de la invasión estaba a cuatro horas de avión directo desde Madrid lleno de ucranianos que llegaban a su ciudad pocas horas antes de que empezaran a caer las bombas".

No obstante, los ucranianos ya empiezan a tomar como 'normal' esta cruda realidad: "Aunque es cierto que en algunas alarmas habéis visto a gente bajar al Metro, otras muchas veces suenan las alarmas y la gente sigue haciendo su vida normal porque, dependiendo del momento, si uno bajase al sótano cada vez que sonaran las alarmas pasaría entre cuatro y seis horas al día en los sótanos".

En este sentido, ha indicado que los ucranianos han empezado a distinguir cuándo suenan las alarmas por aviones que han despegado de las bases y cuándo hay misiles en el espacio aéreo.