A pesar de tomarse las cosas con demasiada calma, Diego, el panadero del obrador de Forno de Lugo al que hoy acompaña el jefe infiltrado (bajo su falsa identidad de Rober, un camionero retirado que participa en un concurso), demuestra una gran maestría en la tarea de romper los huevos, algo que se encarga de remarcar de manera chistosa Rober.

Ahora llega su turno y resulta ser todo un desastre. El empleado demuestra gran paciencia con su ayudante, perouna cosa es la paciencia y otra, el pasotismo. Rober ha metido la mano para sacar las cáscaras de huevo que se han caído en la mezcla, algo que va en contra de las normas de higiene y Diego no ha dicho ni una palabra al respecto ni ha tomado ninguna medida.

"Se nota que está torpe porque nunca hizo esto, pero tampoco está mal para venir de otro mundo totalmente diferente a la pastelería", dice inocentemente ante las cámaras de El jefe infiltrado. Tampoco parece lo suyo dar forma a los brioches, a pesar de que se lo toman con mucha tranquilidad.