Jesús Rodríguez rinde cuentas con Sánchez, el operario que en horas de trabajo se tomó una cerveza por cortesía de la clienta. El empleado se defiende asegurando que esa fue la primera vez que bebió alcohol en el trabajo y lo hizo porque estaba “nervioso” y “acalorado”. El jefe le deja claro que no se toma alcohol en horario laboral y menos delante de alguien que se suponía que era novato. También le echa en cara que se queja mucho.  Sin embargo reconoce que es “respetuoso, profesional y maneja las situaciones complicadas muy bien”. Por ello, quieren formarle para que evolucione y sea chófer.

El jefe se ve las caras con Josele, el veterano trabajador que fue tan duro con el inexperto Satur. “Me sentía el chico de los recados”, confiesa el infiltrado. A sus 64 tiene un empuje que ni los jóvenes de 20 años. Para premiarle por los 35 años, Jesús Rodríguez le paga los gastos de los viajes a Málaga para ver a su hijo que está en un centro debido a su esquizofrenia. “No vale para las mudanzas pero sí para comportarse como un señor”, comenta el hombre.

El director de operaciones del Grupo Amygo habla con Paco y le entrega el manual del trabajador, un folleto que no sabe ni para qué sirve. “Este manual no lo has leído en tu vida. Viene reflejado todo el proceso y todo el protocolo para una mudanza”, le comenta el jefe infiltrado. También le recuerda que le dejó sólo en el trabajo para irse a fumar. Sin embargo reconoce que aguantó muy bien a la clienta y por ello la empresa corre con los gastos para que se pueda sacar el carnet de camiones rígidos para que pueda llegar a duplicar los ingresos.

José se sienta frente a Jesús Rodríguez, quien reconoce que le vio bastante frustrado en su trabajo. “No estabas al 100%”, le comenta el jefe. El carpintero se defiende: “No estoy al 100% porque no estoy realizando el trabajo mío”. El infiltrado se dio cuenta que añoraba lo que tenía antes aunque también reconoce las malas condiciones de la maquinaria. Se compromete a  renovar la mayoría de la maquinaria y va a intentar que trabaje en la carpintería. Además, como el Grupo Amygo está orgulloso son su trabajo le regala unas vacaciones pagadas para dos en un hotel de lujo.

Jesús Rodríguez se queja a Dani que el primer día le dio mucha caña con la polea, con los riesgos que conllevaba, y también le hizo novatadas con el nudo de la caja de herramientas. De todas formas, reconoce que trabajar con él ha sido un placer, por su alegría y optimismo a pesar de la inestabilidad de su trabajo y la situación que tiene en casa con su “gran familia”. Por ello, el jefe infiltrado le ofrece trabajo fijo en la delegación de Sevilla que Dani firma emocionado.