"Respetas los valores de Forno de Lugo, lo tradicional y lo artesanal sobre todo", reconoce Héctor Pérez, el dueño y gerente de la empresa sobre Diego, uno de sus empleados, segundos después de hacerle ver que comete una serie de errores que no pueden volver a ocurrir. Su sonrisa y su paciencia son otros de los puntos fuertes del panadero, quien, según el jefe infiltrado (ahora, sin esconderse tras una falsa identidad), es "un gran trabajador".
Cuando Héctor Pérez se hacía llamar Rober y se hacía pasar por un aprendiz, Diego le contó que ha tenido que vivir momentos muy duros y que hubo un gran periodo de su vida en el que no pudo ver a su hija. "Yo nunca he tirado la toalla para estar con ella", asegura entre lágrimas.
El mundo del motor es una de sus pasiones, y por ello, el primer obsequio de Forno de Lugo para su trabajador va dedicado a su afición. Pero ahí no acaban las sorpresas. El jefe le pide que abra un sobre. "Queremos que recuperes el tiempo perdido con tu hija disfrutando juntos de experiencias inolvidables. Por eso, te regalamos un crucero por el Mediterráneo para ti, tu hija y la persona que tú quieras", lee Diego emocionado.
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"Forno de Lugo es un salvavidas que llegó en el momento adecuado", afirma.