Fue en 2005 cuando Marcos Hourmann ayudó a morir a una paciente terminal de 82 años que se lo había pedido reiteradamente. Lo hizo inyectándole cloruro potásico, tal y como reconoció después en el informe de defunción. Su hospital le denunció y Fiscalía pidió para él 10 años. Llegó a un acuerdo, se declaró culpable y evitó así la prisión.

Hourmann tuvo que enfrentarse a todo tipo de problemas y llegó a representar una obra de teatro con la que contaba su historia al público. En este vídeo, le explicaba a Gonzo por qué lo hizo sabiendo que era ilegal. "A veces la vida te pone en otro lugar. Después de luchar e intentar salvarla actué más humanamente y no pensé en nada más que ayudarla como me lo pidió".

Tenía el permiso de la paciente y de la familia, pero el hospital acabó denunciándole. "Estaba convencido de lo que hacía, pero estoy desilusionado con lo que vino después y si llego a saberlo no lo haría".

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