En la ciudad ucraniana de Bucha se siguen recabando pruebas de los terribles crímenes cometidos durante la ocupación del ejército ruso, algo de lo que están siendo testigos muchos periodistas como Mikel Ayestaran, que lleva tres días allí recogiendo imágenes y testimonios de los supervivientes.

El corresponsal cuenta que, además de la gran fosa común que hay en la iglesia de San Andrés, "prácticamente cada barrio tiene la suya particular con los vecinos que han muerto y que no pudieron enterrar durante la ocupación". Ayestaran informa que los testigos cuentan que los últimos días antes de la retirada del ejército ruso "fueron los más violentos". Como ejemplo, cuenta la historia de Valentina, una mujer de 60 años a la que dispararon por la espalda mientras volvía de recoger agua. "Hay tumbas improvisadas aquí y allá, algunas identificadas y otras sin distintivo alguno", comenta el periodista que destaca que cada barrio se ha organizado como ha podido.

Ayestaran también ha explicado cómo era Bucha antes de la ocupación, un lugar que califica de "bucólico" y "de turismo familiar" que, al ser donde el ejército ruso sufrió la emboscada más fuerte, "los civiles se han sentido parte de una venganza". El corresponsal concluye afirmando que "era un sitio tranquilo y hace seis semanas nadie se habría imaginado que se convertiría en portada mundial por los crímenes cometidos". Su intervención al completo, donde también explica cómo está siendo el proceso de recabar información para demostrar que en Bucha se han cometido crímenes de guerra, en el vídeo sobre estas líneas.