Sara de la Rica, catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco, asegura que lo que sucede es que "se empieza a cometer fraude cuando se abusa de la flexibilidad pactada y de las condiciones".

"Cuando una persona está regulada como autónomo en una empresa, pero toda la disponibilidad horaria para trabajar la tiene con esa empresa, el equipamiento completo es también para esa empresa, y se fija una retribución fija, esa persona no puede estar como autónomo", cuenta de la Rica, y afirma que, bajo esas condiciones, "tiene que estar como asalariada".

Pero, ¿cómo se ha llegado a esta situación? "Comenzó como economía colaborativa, pero al darse cuenta de que había posibilidades de negocio, entran los profesionales, y se ha acabado cometiendo abusos", explica la catedrática.

Ahora, tal y como afirma de la Rica, "la realidad va por delante de la regulación". Por eso, asegura que "están en juego los derechos, por lo que se tienen que regular estas acciones para que quienes las realizan, de un lado o del otro, no estén desprotegidos".

"Es muy importante diferenciar las actividades de economía colaborativa que realizan individuos frente a las que las hacen los profesionales", señala Sara de la Rosa, y "tener en cuenta la competencia, para que no se den situaciones de monopolio".

Y por último, de la Rosa incide en que "quien hace negocio con estas actividades debe de estar sujeto a las obligaciones fiscales y pagar los impuestos que tiene".

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