'Está todo inventado'

Mikel Herrán da una lección de historia a Netanyahu tras comparar Israel con Esparta: "Era una sociedad segregada y supremacista"

Mientras Netanyahu afirma que convertirá Israel en una "súper Esparta", el historiador Mikel Herrán desmonta el mito de la ciudad griega, los 300 de las Termópilas y le recomienda buscar "otros referentes menos mazados y más inteligentes".

Mientras Netanyahu afirma que convertirá Israel en una "súper Esparta", el historiador Mikel Herrán desmonta el mito de la ciudad griega, los 300 de las Termópilas y le recomienda buscar "otros referentes menos mazados y más inteligentes".

Benjamín Netanyahu ha llegado a equiparar a Israel con Atenas y Esparta, una comparación histórica que Mikel Herrán pone a prueba en El Intermedio.

"Más bien lo que comparte Netanyahu con los espartanos son las aficiones, y no me refiero al crossfit ni a matar niños, sino la guerra", comenta el historiador, que en el vídeo sobre estas líneas explica cómo los espartanos eran personas dedicadas a la guerra a tiempo completo.

Mikel señala que, desde los 7 años, los niños ya aprendían a luchar en un sistema educativo que, además de enseñar lo básico a escribir y leer, "incluía palizas, ayuno o enseñarte a robar para sobrevivir". De hecho, señala que "no te castigaban si robabas, solo si te pillaban".

Mikel también pincha el globo de todos aquellos que se "flipan" con Esparta y asegura que el mito de los 300 espartanos y la batalla de las Termópilas "es pura propaganda". En este sentido, señala que efectivamente había 300 espartanos, pero también "5.000 soldados de otras ciudades", si bien la fama se la llevaron los de Esparta.

Esparta era una sociedad que no funcionaba gracias a los guerreros, sino por "las decenas de miles de personas que tenían esclavizadas": los ilotas, gente sin derechos que trabajaban los campos y "sufrían humillaciones y castigos continuos". En el apogeo de Esparta, apunta 'PutoMikel', había 4.000 ciudadanos espartanos y 200.000 ilotas.

Como tenían miedo a que se rebelasen, tomaron soluciones tajantes que, según Mikel, "a lo mejor también han inspirado a Netanyahu". Cada año, cuando empezaba el ciclo político, los magistrados declaraban la guerra a los ilotas para que los espartanos pudieran matarlos sin que fuera considerado un crimen.

Esto era una prueba más de la educación espartana, donde se mandaba a los jóvenes al bosque y, por la noche, "bajar a las granjas y matar a todos los ilotas que se encontrasen. Hombres, mujeres y niños".

Otra "mala noticia" para Netanyahu es que, aunque Esparta llegó a ser la ciudad estado que rivalizaba con Atenas, terminó "cayendo por esa sociedad segregada, guerrera y supremacista". Entre los criterios exclusivos que decían que para ser ciudadano espartano tenías que ser hijo puro de espartanos y las guerras, cada vez quedaron menos.

Al final, en tiempos de Aristóteles, quedaban apenas 1.000 espartanos. Contra ellos se rebelaron los ilotas y, finalmente, fueron conquistados por Alejandro Magno, que dejó sus costumbres militares en "poco más que una atracción turística". Por todo ello, recomienda a Netanyahu buscar "otros referentes menos mazados y más inteligentes".