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Mikel Herrán desvela los secretos de la Capilla Sixtina: de la polémica por sus desnudos a la restauración de 'Il Braghetone'

La polémica restauración de la virgen de la Macarena llevó a Mikel Herrán a recordar otras obras de arte religiosas controvertidas. Entre ellas, la Capilla Sixtina, que en su momento provocó una "crisis de imagen pública de la Iglesia".

La polémica restauración de la virgen de la Macarena llevó a Mikel Herrán a recordar otras obras de arte religiosas controvertidas. Entre ellas, la Capilla Sixtina, que en su momento provocó una "crisis de imagen pública de la Iglesia".

Hace unos meses, la restauración de la virgen de la Macarena sembró la polémica entre sus devotos, que incluso hablaban de daño irreparable.

Mikel Herrán repasó en el vídeo sobre estas líneas otras restauraciones traumáticas, desde el ya mítico 'Ecce Homo' de Borja hasta el San Antonio de Padua de Colombia, del que decían que "parece un homosexual", pasando por el Cristo del cartel de la Semana Santa de Sevilla.

Pero si hay una obra que sufrió una restauración polémica, esa es el Juicio Final que pintó Miguel Ángel para la Capilla Sixtina. Mikel señala que Miguel Ángel consideraba la pintura un arte menor, pero "a los papas si les gustaba cómo pintaba".

Ante esta circunstancia, el genio del Renacimiento gustaba de "salirse un poco de lo establecido", de manera que cuando mostró su fresco en el Vaticano "no gustó demasiado" por el "pequeño detalle" de que todos los personajes estaban desnudos. Incluidos los santos, a los que además retrató dándose besos y abrazos porque iban a ir al paraíso.

El maestro de ceremonias del papa de la época llegó a afirmar que el fresco "debería estar en un burdel". La respuesta de Miguel Ángel fue incluirlo en el fresco como el rey Minos, condenado al infierno, con orejas de burro y una serpiente "mordiéndole el cirio".

Otros protestaron porque Miguel Ángel había mezclado en su obra figuras bíblicas y paganas, porque los ángeles no tenían alas o porque Jesucristo aparecía caracterizado sin la larga melena y la barba típica. Por todo ello, aunque hoy se considera una de las obras más importantes de la cristiandad, en su momento, apuntaba Mikel, "estuvo durante años en el centro de una crisis de imagen pública de la Iglesia".

Era la época de las guerras de la religión y los protestantes acusaban a los católicos de "ser un poco pervertidos", por lo que "tener el Vaticano lleno de pinturas de pililas podía malinterpretarse".

Décadas después de que Miguel Ángel terminara su obra, el Concilio de Trento determinó que no podía haber figuras religiosas que "animasen a la lujuria". De este modo, se sugirió destruir el fresco y contratar a un nuevo pintor, pero el papa, que "no estaba por hacer más facturas", decidió tapar las partes pudendas de los personajes.

Para eso contrató al pintor Daniele da Volterra, que por este trabajo se ganó el sobrenombre de 'Il Braghettone', o hacedor de bragas.

(*) Desde laSexta.com estamos recuperando los mejores momentos de la hemeroteca de El Intermedio.