Tras el asesinato de su hermana por su expareja, Luz Marina Rodríguez se hizo cargo de sus sobrinos de cinco y ocho años, que lo presenciaron todo. "Al principio todo el mundo te apoya, después del minuto de silencio todo el mundo se olvida. Ahí es cuando empieza el calvario de las familias y de los huérfanos", asegura.

A partir de ese momento, comienza un largo proceso legal para conseguir la guardia y custodia de los niños, un trámite que "no es inminente", dice, y en el que "los niños están desamparados". Esta explica que sus sobrinos recibieron "una ayuda puntual" por el hecho delictivo, la pensión de orfandad y la ayuda de la Fundación Soledad Cazorla y "del resto no hay nada más, te tienes que buscar la vida", comenta. "Muchas familias tienen que pedir hasta préstamos porque el daño económico es brutal", indica.

Luz destaca que la ayuda psicológica es limitada en el tiempo y si se tienen recaídas, ya no se puede volver a entrar en la red de violencia de género porque está "colapsada" y se debe acudir a la unidad de salud mental o a psicólogos privados. Por ello, pide el respaldo de la Administración: "No estás respaldado por nadie, te ves solo en esta lucha".