Todo comenzó cuando, estando casada con un hombre y su matrimonio en crisis, Luisa empezó una relación con una mujer. Fue su párroco quien le recomendó esta terapia. "Nunca me dijo que se trataba de curar la homosexualidad como patología", explica en El Intermedio.

Relata que la primera sesión fue "bastante calmada" y no le dio la impresión de que se tratara de una terapia de reconversión. "Cuando le planteo que quiero romper mi matrimonio para apostar por la persona que había conocido es cuando la terapeuta me habla de patología", añade.

Luisa habla de un cuestionario que tuvo que responder durante las sesiones del curso. "Eran preguntas muy guiadas para responder. También preguntaban si habías hecho espiritismo o había mantenido relaciones sexuales con animales", explica.

Durante la terapia también le mostraban anuncios del colectivo LGTBI y "apuntaban a que se trataba de una moda". Además, Luisa tenía que leer artículos pseudocientíficos en los que se presentaba la homosexualidad como una patología que se puede curar. "La terapeuta siempre nos decía que se estaba poniendo en peligro porque le podían denunciar".

Samuel también acudió a una de estas terapias, y ahora se atreve a contar su historia: "Cambié mi forma de hablar y de andar. Hacerme pasar por 'machote' para curar la enfermedad".