Ángel Hernández recibe una llamada al telefonillo. Son los equipos de emergencias, a los que se niega a mostrar sus lágrimas: "Estos no me van a ver llorar,la dignidad de mi mujer por encima de todo".
"Le he ofrecido mis manos, le he ayudado a morir", declaraba Ángel a los equipos de emergencia narrando que había administrado Pentobarbital Sódico a María José. Tras ello, le advertían de que la Policía llegaría pronto.
A la llegada de la Policía, los equipos de emergencia intentaban, con las palabras entrecortadas, explicar a los agentes la situación, pero incluso Ángel tenía que intervenir para detallar de forma explícita que había ayudado a su mujer a morir.
Aún con la Policía en su casa, Ángel Hernández se dirigía al cuerpo sin vida de su mujer con lágrimas en los ojos: "Por fin María José, has conseguido lo que querías".
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