Cada día la vida es un poco más cara y si en algo se ha notado este verano que los precios no son los de antes, es en frutas como la sandía o el melón, que han visto cómo su precio se multiplicaba por tres en el último año. Pero, si el agricultor se lleva una mínima parte de estos alimentos, "¿quién se lleva el resto?", se pregunta Andrea Ropero.

"Las cadenas alimentarias y los intermediarios", contesta Álvaro Areta, doctor en economía agraria y técnico de COAG. Según cuenta, al agricultor no le llegan a pagar ni 0,40€ por el kilo de melón, pero luego una pieza de esta fruta el consumidor la adquiere por unos 10€ en el mercado. El problema es que "la cadena de valor no funciona lo bien que debería funcionar y esto, en muchas ocasiones responde a la especulación, es decir, todo aquel que aporta valor tiene que percibir una remuneración que se equivalente a los esfuerzos que esté aportando", explica. "Pero aquellos que solo se dedican a especular y a mover el producto sin añadir valor deberían ser expulsado de la cadena para impedir que el productor y el consumidor se vean perjudicados".

Pero lo que más intriga a Andrea Ropero es por qué los precios "suben tan rápido, pero luego no bajan con la misma velocidad": "A eso le llamamos 'el cohete y la pluma'", explica el doctor en economía agraria, y lo que provoca es que haya "unos márgenes entre el precio de origen y el de destino desproporcionados". En algunos casos los precios del mercado pueden llegar a multiplicar hasta por "seis, ocho o nueve" lo que perciben las personas en el campo.

Álvaro Areta lo tiene claro, esta crecida de los precios "lo que explica es el mal funcionamiento de las cadenas alimentarias y también la especulación que se produce en ellas".