Sandra Sabatés viaja hasta la ciudad francesa de Cergy-Pontoise para hablar con Annie Ernaux, premio Nobel de Literatura y una escritora con la cualidad excepcional de cambiar la mirada de aquellos y aquellas que leen sus libros. Sin embargo, ella confiesa que nunca ha tenido el deseo de querer cambiar la vida de los lectores: "Lo más importante para mí es que lo que escribo encuentre otras conciencias además de la mía".

La escritora pasó de formar parte de una familia de trabajadores a una más burguesa gracias a la educación, algo que siente como una injusticia y genera en ella un "sentimiento de deserción, de traición", admite. "Al escribir sobre ello, tengo la impresión de no restaurar esa injusticia, pero sí de crear conciencia de que esa injusticia existe", señala.

Ernaux revela que su libertad para escribir sobre cosas muy íntimas está relacionada con su situación como "desertora de clase", apunta, pues reconoce que al pasar de un mundo a otro, dejó de preocuparle el mundo en el que ella ya no estaba, el mundo de su infancia: "No pertenezco ni a un mundo ni a otro".

"Está triste", define la autora a la Francia de Macron, pues indica: "Ya no estamos realmente en una democracia. Es un Gobierno cada vez más autoritario". Además, añade que es difícil imaginar que un presidente joven como él pueda ser un autócrata y, sin embargo, "lo es", dice. "Francia o una buena parte de los franceses tiene la sensación de no poder expresarse de nunca ser escuchado. Y eso es un desaliento", sentencia.